Las empresas, guste a quien guste, son la base de sostenimiento de la economía argentina. El contexto que nuestro país viene atravesando en la última década, sumado al contexto mundial inmediato fruto del advenimiento del Covid-19, han puesto en peligro su existencia y por ende la subsistencia de todo el sistema económico. Empecemos por entender qué es una empresa. Según el ganador del premio nobel Ronald H. Coase, las firmas nacen cuando quien produce un bien o da un servicio encuentra que le resulta más eficiente y barato realizarlo él mismo dentro de su negocio que adquirirlo de parte de un proveedor. ¿Siempre es así? No, a veces conviene recurrir a un proveedor por bienes y servicios que hacerlo uno mismo.
Veamos en un ejemplo lo que plantea R. Coase y que nos servirá para ir entendiendo situaciones en el resto del artículo: Una persona abre un local de venta de ropa elaborada por otros que está abierto de 10 a 22 hs. Son 12 hs en las que si está todo el tiempo atendiendo el local, ¿cuándo realiza compras, cuándo va al banco, cuándo paga cuentas? Entonces contrata a un empleado. Luego, descubre que algunas prendas simples las puede hacer él mismo y se asocia a otra persona que sabe coser, tiene una máquina y le gustaría entrar en la empresa como “accionista”, faaa … accionista. Como les va bien, tienen cada vez más tareas y clientes, por lo que necesitan contratar otros 2 empleados más para atender mejor a la clientela.
Contexto previo y Coronavirus
Estas dos personas, que tienen 3 empleados, si además son argentinos, son unos patriotas que decidieron crear valor y dar trabajo a partir de nada en un contexto donde los impuestos son los más altos del mundo y el incentivo a invertir en la timba financiera es mucho mayor que hacerlo en la economía real. Aún así, invirtieron, dan trabajo, pagan los impuestos que solventan todos los gastos del gobierno en sus tres poderes y niveles jurisdiccionales. Hacen mover la economía y desarrollan el presente del país de cara al futuro.
A ese contexto se le sumó el Coronavirus y todo empeoró; hubo que cerrar. Como lo señalaba en este artículo, fue una correcta decisión, que incluso se podría haber tomado una semana antes. Pero, ¿qué pasa con nuestras 5 personas, los 2 empresarios y los 3 empleados? Todos estos días que han pasado recluidos en casa, ¿con qué pagaron sus cuentas fija, la alimentación, medicamentos, productos de higiene y limpieza, y cualquier otro elemento que necesitan para vivir? He leído por allí decir a varios que los sueldos hay que pagarlos igual y que se embromen los empresarios. Pero, ¿qué pasará si las empresas se terminan fundiendo? La situación de la empresa volverá a foja cero, cuando arrancó el “empresario 1”, se decir, cuando no había empleados, ni socio, ni se pagaba ningún impuesto. Estaban en su casa, uno con una buena idea, el otro con una máquina de coser y los tres restantes buscando trabajo, pero nadie producía nada. Todos estaban en su casa. Como ahora.
El Plan Kulfas

Fuente imagen: portal.catamarca.gob.ar
El gobierno nacional reaccionó en algún momento de fines de marzo y se dio cuenta que habría un gran problema de pago de salarios por parte de las empresas. Pero pasó abril y nada. Está por llegar mayo y finalmente se instrumentó el Plan Kulfas (por el Ministro de Producción de la Nación). Este plan contempla, que el gobierno se hace cargo del pago del 50% del 83% del sueldo neto de cada trabajador con un máximo de 2 sueldos mínimos vitales y móviles. El monto resultante sería depositado en la cuenta de cada empleado a través de la CBU declarada por los empleadores. Es decir, de 100 pesos que un empleado cobra, recibiría aproximadamente 41,50 pesos. Los otros 58,50 pesos los deberá pagar el empleador. Peso más, peso menos, sería un 40-60.
El plan tiene un punto muy bueno, que es el pago directo a la cuenta del empleado, para evitar que algún que otro empresario pillo se quede con el dinero. Pero por un lado al empresario le queda todavía el 60% del sueldo por pagar. Y por otro, el dinero emitido (porque se emite, no hay ahorro alguno en el gobierno argentino), que el ministro estima que será de 1,8 puntos del PBI, va directamente a estimular la demanda. Esa masa de dinero hoy no genera un alto riesgo porque hay mayor demanda de dinero, pero cuando volvamos a la normalidad, y se restablezca la demanda de dinero previa al inicio de la cuarentena (menor que ahora), esa emisión irá a parar a la inflación, que ya venía en la alta cifra de 50%.
El Plan Spotorno

Existe otra propuesta conocida públicamente, el denominado Plan Spotorno, por el economista director de la consultora Orlando J. Ferreres. Spotorno plantea que ANSES deposite 30.000 pesos (fijos) por trabajador como préstamo (a 1 año con 4 a 6 meses de gracia), en cuentas de empresas, monotributistas y autónomos. Esto se financiaría con bonos de ANSES cuyo comprador sería el Banco Central (BCRA) contra emisión monetaria temporal. Y argumenta que al ser emisión temporal, por la necesidad de devolución posterior, el impacto inflacionario sería pequeño. Este plan presenta algunos problemas como que el dinero va a las empresas y no a los empleados, cosa que no garantiza que se destine el total del dinero a salarios; y que otorga una suma fija, cuando hay muchos empleados que cobran menos y otros mucho más. Por otro lado, la idea de la esterilización de la emisión es muy positiva, y la emisión total sería menor que en el Plan Kulfas.
Otro camino
Por lo tanto, me atrevo a realizar una propuesta para el pago de los sueldos aprendiendo de ambos planes: Segmentando el sueldo neto de un empleado en cuartos la propuesta seria: para el primer cuarto, una reducción general, el segundo cuarto a cargo del empleador y el tercer y cuarto cuarto mediante un préstamo. Veamos el desarrollo.
El primer cuarto la propuesta es que el gobierno nacional decrete una reducción del 25% de absolutamente todos los salarios básicos de los trabajadores activos públicos y privados de Argentina. Hay gremios que han estado cerrando acuerdos de reducción de sueldos, sobre todo sectores que tienen del lado de la patronal grandes empresas multinacionales. En los pequeños empresarios esta opción genera una situación de tensión entre empleados y empleadores, y puede dañar la relación laboral, que en pequeñas firmas se sustenta en la confianza y vínculos muy próximos. Para las grandes multinacionales los empleados son un número. Para las pequeñas empresas son colaboradores.
En cambio, al hacerse una reducción general, ahí no habría tensión, es para todos por igual. Sería una verdadera actitud solidaria: nos apoyamos entre todos, cada uno poniendo un poquito. Creo firmemente que hay que compartir con los empleados las ganancias, que es algo que desarrollaré en algún artículo en el futuro. Pero si se comparten las ganancias, hay que también repartir las pérdidas cuando las hay.
Habiendo reducido un cuarto nos queda resolver cómo se pagarán los otros tres cuartos del salario. El siguiente cuarto lo pagaría el empleador como pueda, ahorros o ingresos si es que está trabajando como muchos a un porcentaje mucho menor de lo habitual.
Para los últimos dos cuartos (50% del sueldo), tomamos el modelo del Plan Spotorno, un préstamo para los empresarios, a 1 año con 4 a 6 meses de gracia, a requerimiento de los mismos y sustentado en la emisión de un bono de ANSES contra emisión monetaria temporal. Pero a este le agregamos el depositado directamente en la cuenta del empleado como propone el Plan Kulfas. El préstamo sería el 50% del sueldo neto según los sueldos de cada empleado. ANSES y AFIP tienen esos dato de los que están en blanco. Y para los que no lo están, sería una oportunidad única para incentivarlos a blanquearlos, tomando como punto de partida que las cargas sociales deberían reducirse si o si, en todos los casos.
Esta propuesta no genera un gasto para el Estado como el Plan Kulfas, son las empresas las que toman el crédito y el riesgo si lo necesitan. El gobierno funciona como prestamista de última instancia. Las arcas públicas tampoco se verían tan afectados, ya que la reducción de sueldos en lo público y lo privado compensa las diferencias de recaudación que podría producir la reducción general de salarios. Además el empleador tendría que ver cómo hace para pagar sin ayuda sólo el 25% del sueldo de los empleados contra el 60% como propone el Plan Kulfas, o porcentajes mayores en casos de sueldos altos tanto en el Plan Spotorno como en el propio Plan Kulfas.
Esta propuesta tiende también a proteger las relaciones laborales, y no dejarlas a merced de las negociaciones colectivas que van sin lugar a duda a dañarlas en el caso de empresas pequeñas donde el capital humano es tan valioso. En cambio, en la propuesta de un esfuerzo colectivo pone en condiciones de iguales a todos los trabajadores argentinos. Y de ésta, salimos todos juntos. Cada cual poniendo un poquito, solidariamente.